El Libro de Mr. Wonderfuck

He hecho un libro sin querer.

Os lo prometo. Dejadme que os lo cuente desde el principio.

Un día, hace unos años, se me ocurrió que podía ser divertido hacer una parodia del rollo buenista, positivo, inspirador y por lo tanto estomagante que poblaba los feeds de Facebook de media humanidad. Y me puse a dibujar unas tonterías para mis amigos.
Es algo que llevo haciendo toda mi vida, solo que esta vez la cosa la vio más gente. Podéis echarle un vistazo aquí, si no lo conocéis.

Pasados dos días, y a partir de los compartidos de los cuatro gatos que entraron en el Facebook donde subí dos dibujos, ya sumaba unos 4.000 seguidores y hasta había recibido una petición “formal” de borrar la página por parte de la corporación a la que parodiaba, el cease and desist más surrealista y cutre que os podáis imaginar. Una petición fea por parte de una gente que, por las pocas interacciones que hemos tenido, me parece altamente pocha.
Así que mi respuesta fue la que se le da a la gente pocha cuando te piden que dejes de hacer algo que te gusta: Seguir más fuerte.

Subía dibujo casi a diario y tenía un huevo de likes y compartidos. Estaba encantado, me lo pasaba pipa y la gente también. Algunos seguidores empezaron a pedirme tazas y camisetas. Mis amigos me proponían negocios, me invitaban a comer para hablar de sus ideas y sus porcentajes. Recibía correos de tiendas haciendo pedidos de productos y no tenía producto alguno. Hasta hubo un par de personas que me pidieron trabajo pensando que Mr. Wonderfuck era una empresa.
Así que empecé a pensar que podía serlo. ¿Estaba ante mi propio imperio™? ¿Lograría mi propia corporación pocha?…

Al principio, al hablar de mis dibujos, la gente me contaba como les llegaban por whatsapp o como Menganito se los había impreso para exponerlos en su oficina… Meses después, os juro que no había una sola persona que no me preguntase cuando sacaba tazas o un libro… ¡Un libro!
Uno de mis grandes sueños desde que era pequeño es que me editasen algo, y flipé fuertísimo cuando empezaron a escribirme de editoriales. Al menos me reuní con cuatro. Firmé un contrato con una de las más grandes. Me puse en serio. Meses después de empezar a preparar el libro, los pochos me vetaron en la editorial y rompimos ese contrato. Y decidí que nada de eso iba conmigo. Al menos no para esto que estaba haciendo.

Toda esta escalada de acontecimientos consiguió que dejase de pasármelo bien. De sentir que era algo mío para pasar el rato, pasó a ser una especie de responsabilidad que nunca había pedido y una frustración que no me apetecía sumar. Demasiado esfuerzo para algo que no dejaba de ser un chiste, una broma. Por mi trabajo me pasaba el día intentando hacer cosas que gustasen a los demás para que comprasen los productos que ayudaba a anunciar… Cuando llegaba a casa, había dejado de pensar en lo que me molaba hacer a mi y seguía pensando en qué sería lo que le gustaría más a la gente. Qué frase podía ser más mainstream para que etiquetasen a fuego a sus amigos.
Decidí parar. Derrumbé con mis propias manos mi propio imperio™. Al más puro estilo Wonderfuck. A la mierda todo.

Cuando dejé de pensar en ello y recuperé el aire, llegó Penguin Random House. Llegó el empeño personal de mi amiga Luke, que les puso en contacto conmigo pese a que le insistí en que pasaba del tema. Empecé el proyecto de cero con el apoyo de gente que me puso las cosas muy fáciles. Y por fin he podido llevar adelante, con mis dos manitas y un iPad Pro, el Libro de Mr. Wonderfuck.

Os mentiría si os digo que he hecho este libro con desahogo, porque las circunstancias siguen siendo las mismas. Me ha costado. Pero al acometerlo, he recuperado la ilusión por hacer las cosas mías y me he demostrado que soy capaz. He cumplido un sueño y, ahora sí, he cerrado un capítulo en mi vida.

Uno editado en tapa blanda, de lomo rosa y en el que, entre secciones, te habla tu mierda.

Ojalá lo disfrutes.

El día de la presentación fue como el de mi cumpleaños. Bueno, literalmente lo fue.

El día de la presentación fue como el de mi cumpleaños. Bueno, literalmente lo fue.